Como exalumna del IADC que sirve en Israel/Palestina, una tierra santa pero profundamente herida, el programa me ayudó a integrar psicología, espiritualidad, justicia social y protección de una manera práctica. Hoy trabajo como Misionera Comboniana y psicóloga en un centro de asesoramiento en Belén.

Mi paso por el IADC cambió mi vida y mis orientaciones en materia de protección. Al regresar a Burkina Faso, mi primer trabajo fue compartir y comunicar mi experiencia con mis líderes locales. En particular, trabajamos con los alumnos de la escuela sobre la necesidad de crear límites y sobre cómo mantenerse a salvo de los abusos.

Estudiar protección en el IADC fue tanto difícil como profundamente significativo para nosotras, religiosas dedicadas a una misión que implica la salvaguardia. Nos alentó profundamente que el programa se centre en la protección no solo como políticas y procedimientos, sino como un modo de vida que protege y salvaguarda el carácter sagrado de nuestra propia vulnerabilidad y la de los demás .